La lectura, efectivamente, tal como mantener algún hobby o practicar actividad física, puede contribuir a evitar o a equilibrar la precipitación de un síndrome de sobrecarga o cuadro de estrés.
La sugerencia es incorporarla como un hábito regular.
Cada persona es única, dice el especialista, “por lo que no hay recomendaciones mecánicas” para esto, sin embargo, podría ser útil:
Generar un espacio de lectura, un ambiente especial, por ejemplo, sin ruido.
Establecer un determinado horario para leer diariamente.
Desarrollar el hábito participando en grupos o clubes de lectura.
La lectura, ciertamente, contribuye a serenarnos, despeja nuestra mente de las preocupaciones del día y facilita llegar al sueño.
El especialista destaca:
Lo positivo de leer:
Estimula las capacidades cognitivas.
Mantiene el cerebro activo.
Favorece la salud mental (atención, concentración, memoria).
Reduce el estrés, la angustia y la ansiedad.
Mejora el estado de ánimo.
Permite desarrollar empatía
Aumenta nuestro vocabulario.
Facilita las relaciones sociales:
Aumenta el conocimiento.
Mejora la comunicación.
Fomenta la imaginación y la creatividad.
Desarrolla nuestro sentido crítico.
La lectura estimula la actividad cerebral tal como si se tratara de un ejercicio físico.
Numerosas investigaciones han demostrado que el cerebro desarrolla una serie de procesos para llevar adelante el acto de leer:
La memoria semántica o de significado.
La memoria asociativa, que vincula palabras a determinadas emociones o circunstancias.
La memoria ejecutiva, que retiene una palabra o frase hasta lograr dar con su significado específico en un determinado contexto.