Las matemáticas y la cocina comparten ingredientes no siempre bien explorados: exactitud y versatilidad, estructura y fantasía, sencillez y elegancia, y, por supuesto, belleza.
En la cocina existen muchas más matemáticas de lo que pensamos.
Desde las reglas de tres que usamos para medir las cantidades para comensales hasta cuando tenemos que calcular qué cantidad de producto compramos, cómo los gestionamos o qué ingredientes usamos.
Las fórmulas acaban estando presentes en la elaboración de los platos y hay recetas que bien se podrían asimilar con una ecuación matemática, en la que todas las variables deben cuadrar para obtener un correcto resultado final.
La figura conocida como 'Zitrus' está directamente relacionada con el nido crujiente con helado de piel de limón, en el que consiguen la forma ovalada de esta fruta con una cuchara.
La figura 'Dullo' recuerda a su rosco de vino, en el que los creadores de este proyecto querían «que se viesen las irregularidades de la cocina y que no fuese exacto, porque perdería gracia y encanto», explica el chef.
La cocina de García se acerca a la ciencia exacta en creaciones como su chocolate amargo con frambuesas, emparentado por la figura geométrica 'Pipe', porque «hay un proceso de subir a 54 grados el chocolate, bajarlo a 28 y trabajarlo a 31, y a partir de ahí se puede hacer la figura que se quiera y es comestible».
El clásico steak tartar está acompañado en esta ocasión por una geométrica viruta crujiente con harina, agua y aceite de oliva, y otro habitual de la cocina como el macarons, en este caso de frutos secos, adquiere, a partir de la clara de huevo, forma de circunferencia en la figura 'Tanz'.
La forma 'Elipsoide' se asemeja a la teja de flores que crea este chef con almendra en polvo y caramelo tostado, en la que mezcla dos texturas, la crujiente de la teja y la melosa del néctar de las flores.
García se vale de otras dos figuras geométricas, el cono y la esfera, en sus perlas de tomate y albahaca líquidas, en las que el cono sostiene estos elementos esféricos que se convierten en líquidos al llegar a la boca.
La forma de cubo se la da a su polvorón de avellana o a sus croquetas; la forma de hélice circular la logra en su muelle de aceite de oliva, para el que llega a utilizar un taladrador, y el cilindro, en varias masas como la de las tejas de coral y cacao que acompañan a sus fresas.
Una de las más complicadas es la figura 'Kreutz' en su Nougatina de almendra con arena de pistacho, con piezas de almendra, harina y caramelo ensambladas.
Y uno de los platos que más enorgullecen al equipo que ha desarrollaod este proyecto matemático en la cocina son los 'merengues de azahar con los que consiguió hacer una biznaga comestible.