La innovación inclusiva es una manera de innovar abierta en la que cualquier persona puede aportar valor a través de un proyecto, idea o comentario.
Esta forma de innovar se articula a través de la metodología del Design Thinking, que empieza por empatizar con las personas y detectar las causas raíz de sus necesidades o problemas.
A partir de ahí se desarrollan procesos de co-creación en equipos multidisciplinares y diversos, rediseñando técnicas clásicas o creando nuevas que faciliten la participación.
Una vez conceptualizadas las soluciones, se testeaban con el público objetivo, se obtiene feedback y se rediseñan.
De esta forma se pueden aumentar significativamente las probabilidades de éxito de un producto, servicio o proceso.
La innovación social inclusiva necesita de una metodología de innovación que ponga el foco en las personas, que sea eficiente, que aporte una perspectiva integral y que ayude de forma ágil a resolver las necesidades reales de esas personas.
La educación es una de las claves para construir sociedades que avancen, por eso es muy importante innovar de forma continua en este ámbito.
Empatizar con el alumnado y entender sus necesidades, es el primer paso para acercarle el conocimiento de un modo satisfactorio.
En el ámbito de la salud, la co-creación es fundamental para construir soluciones integrales que tengan en cuenta a los pacientes, familiares, profesionales de la salud y administración.