Salvador Dalí fue quizás el surrealista más popular y uno de los máximos exponentes mundiales del arte contemporáneo. Ya fuera un genio o un artista estrafalario, su legado no pasa inadvertido incluso hoy en día y no podemos más que maravillarnos con la perfección técnica y el imaginativo contenido de su arte. Dalí no sólo se dedicó a la pintura, su creatividad abarcó el cine, la escultura, el diseño y la escritura. Se podría decir que fue pionero de los happenings y del pop-art. Su vida y su obra llegaron a ser la misma cosa y acabó siendo un showman obsesionado por promocionarse a sí mismo. En París, Dalí es ya toda una personalidad, aunque no sabe desenvolverse como una persona normal. En 1934 es expulsado de los surrealistas y no repara en insultos contra Breton. Dejando su vida aparte, Salvador Dalí fue un artista indiscutible. El detallismo minucioso pero mostrando un mundo inconsciente hacen de él el más grande pintor de sueños. Inventó entre otras cosas, el método paranoico critico, con sus dobles imágenes y pintó más de 1500 obras de arte, sin contar decorados, fotografías, colaboraciones y sus numeritos, que hoy en día no pueden más que considerarse como Arte.