Los servicios ecosistémicos se definen como todos los bienes, fenómenos y procesos que se derivan del funcionamiento de los ecosistemas y que resultan benéficos para la humanidad, a través de su uso directo o indirecto. Dentro de los servicios ecosistémicos, es posible distinguir cuatro tipos principales: los servicios de provisión, de soporte, de regulación y culturales. Los servicios ecosistémicos de provisión son posiblemente los de reconocimiento más evidente y consisten en todos los bienes y recursos que pueden ser extraídos desde el ecosistema para su uso. Los servicios ecosistémicos de soporte se relacionan con la mantención de los sistemas ecológicos y, con ello, de la producción de nuevos bienes o servicios, mientras que los servicios ecosistémicos de regulación son aquellos relacionados con el control de los procesos ecológicos que permiten el normal funcionamiento de los ecosistemas. Los servicios ecosistémicos culturales corresponden a los beneficios otorgados mediante el goce espiritual o estético, la transmisión de tradiciones e identidad, la creación de conocimiento y el valor educacional y recreativo, entre otros. La noción de servicios ecosistémicos, si bien es útil, no resuelve en forma completa la discusión sobre la importancia o el valor de la biodiversidad, ya que existe una importancia de la biodiversidad que trasciende a quienes se benefician de ella en el presente.