Un cuento es un relato de ficción cuya extensión es reducida.
La noción de cuento tradicional refiere a la narración cuya autoría por lo general se desconoce, que se transmite de generación en generación por vía oral.
Estos relatos anónimos suelen tener varias versiones.
Los cuentos tradicionales, en sus orígenes, eran difundidos boca a boca.
Con el tiempo, las narraciones terminaron siendo recogidas en libros, adaptándose al formato impreso.
Esto permitió que los cuentos se mantuviesen vigentes a lo largo de la historia.
Cada región tiene sus propios cuentos tradicionales.
También llamados cuentos folclóricos o cuentos populares, suelen estar orientados a los niños y muchas veces incluyen una moraleja.
Los valores de una comunidad, por otra parte, se difunden a través de estos tipos de cuentos.
En los últimos tiempos, muchos de los cuentos tradicionales que habían acompañado a decenas de generaciones han sufrido importantes cambios en sus tramas, especialmente en sus finales, con el objetivo de volverlos «menos trágicos».
En otras palabras, la mayoría de las historias de este tipo tienen -hoy en día- un final feliz aunque en sus orígenes fuera muy diferente.
Un cuento tradicional con varios finales: «Caperucita Roja»
Tomemos el caso de Caperucita Roja, un cuento tradicional conocido por millones de personas en todo el mundo, que ha tenido versiones en dibujos animados y películas, además de los obligatorios libros impresos, tanto con ilustraciones a todo color como en texto puro.
¿Cómo termina esta historia?
Pues la respuesta cambia según la generación de la persona que responda.
Hasta hace unas décadas, el lobo feroz se comía a la abuela en cuanto entraba en su casa por la fuerza, se ponía su ropa y esperaba a que llegase Caperucita, a quien también engullía luego del mítico diálogo: -Abuela, ¡qué dientes más grandes tienes! -Para comerte mejor…
Por otro lado, existe una versión en la cual el lobo encierra a la anciana en un armario y no logra comerse a Caperucita, ya que ésta consigue escapar a tiempo y se encuentra con un cazador, quien mata al lobo y salva a sus dos víctimas.
Con el correr de los años, éstos y otros elementos se han combinado para adaptar este cuento tradicional a las «necesidades» de las diferentes regiones, y poco a poco fue maquillando la violencia hasta llegar a evitar todas las muertes: hoy en día, ni siquiera muere el lobo.
Esta tendencia a «suavizar» los finales de los cuentos tradicionales no hace otra cosa que privar a las nuevas generaciones de valiosas enseñanzas que en su momento sí recibieron sus mayores.
Un final feliz nos enseña que todo es posible, que no importa cuánto nos equivoquemos, siempre conseguiremos nuestras metas, y sobra decir que la vida no es así.
Por fortuna, muchas personas del mundo de la literatura están trabajando por recuperar las versiones originales, con todo y sus finales trágicos.